“Espero que mis lectores entrenen a
sus hijos en el arte del recitado; en los días venideros, incluso
más que por nuestra propia voluntad, tocaría a
cada hombre y mujer educado el ser capaz
de hablar efectivamente en público; y aprendiendo a recitar aprenden
a hablar.” Charlotte Mason
Creo que creerías
también que si un niño murmura sus versos de memoria con su
cabecita baja, no es justamente lo que el abuelito y la abuelita
quisieran escuchar en una reunión familiar. Pero es muy natural que
un niño pequeño que está tranquilo recitando poemas clásicos de
Robert Louis Stevenson o William Shakespeare estará más seguro en
otras situaciones públicas, y logrará que su timidez disminuya
gradualmente.
Una de mis hijas
era extremadamente tímida, pero desde sus seis años la hemos
alentado a aprender a recitar bellos pasajes de literatura. Al
principio era sólo para nuestra familia, luego este pequeño círculo
creció incluyendo a los amigos cercanos. Hasta que finalmente llegó
el día en que ella pudo recitar frente de cualquiera, y anunciándolo
allí al instánte. Ella aprendió a sobrellevar su timidez
y hoy disfruta inmensamente de esta
forma de comunicación.
El arte de
recitar no sólo le saca la timidez al niño, sino que también
inspira a la audiencia. Es el arte de interpretar un pasaje que ha
sido memorizado para disfrute y edificación de aquellos que lo
escuhen. Hemos hecho un hábito de invitar a amigos cercanos y a la
familia cada año, para disfrutar de una comida y oír a los niños
recitarpoesía clásica y prosa a sus mayores . Recuerdo la mirada en
las caras de los abuelos cuando mis hijos se pararon delante de ellos
a recitar pasajes eternos tales como
La
carga de la brigada ligera,
por Alfred Lord Tennyson y La
destrucción de Senaquerib' por
Lord Byron, De Longfellow, Salmo
de la Vida,y
de Emily Dickinson Yo
voy a decir cómo se levantó el sol ..."
Los
ojos de mi propio padre se
llenaban de lágrimas cuando mi hija recitó Cruzando
la Barrera de
Tennyson.
El
recitar es bueno para el alma.
“La
literatura fue hecha para ser interpretada por la voz de la vida;
en
la página impresa sólo está la mitad de la pasión.”
Arthur
Burell
Cuando
mis hijos memorizan la poesía o la literatura que disfrutan,
naturalemente ellos quieren compartirla en voz alta. SU entusiasmo
por los pasajes afloran porque ellos están inspirados.
Cuando
mi hija Shannon tenía doce años, ella estudiaba la historia de Gran
Bretania, el reinado del Rey Alfredo. Una noche mi esposo leyó
en voz alta a la familia “La Balada del Caballo Blanco” por G.K.
Chesterton, una apasionante representación poética de la lucha
entre los Saxons y los Danes. El poema captó su interés y ella
comenzó a leerlo por sí misma. Shannon preguntó si podía
memorizar algunas líneas de este poema de 182 páginas, porque cada
término como parte de la educación de nuestros niños, ellos
memorizan una poema de su elección para compartir con la familia.
Debido a su entusiasmo, ella memorizó varios cientos de oraciones y
aún hoy en día es uno de sus pasajes favoritos de literatura. Ella
sacará su libro al campo mientras camina, memorizando unas cuantas
oraciones más y luego los recita al viento.
El
recitar no sólo mueve a otros, sino que también conmueve el corazón
de quien comparte los poemas.
“El niño debe recitar bonitos pensamientos con tal belleza,
con
tan delicada interpretación de cada palabra,
que
para el oyente él se vuelva el intérperte de los pensamientos del
autor.”
Arthur
Burell
Un paso a la vez...