“No hay una visión más triste que
la de una madre que se ha involucrado tanto en la infancia de sus
hijos, que no tenga nada que darles en su juventud. Cuando la niñez
acaba y comienza la escuela, cuán a menudo los niños intentan
probar que la madre está equivocada. ¿Has visto a menudo también
que un padre esté equivocado? Creo que no. Porque, más a menudo, el
padre crece mucho más que la madre. Él va ganando experiencia año
tras año, pero ella se queda quieta. Luego, cuando sus hijos llegan
a ese tiempo tan dificultoso, entre la infancia y el completo
desarrollo, es que ella queda perpleja; y aunque ella haga mucho por
sus hijos, no puede hacer todo lo que quisiera.
¿No será que se necesita de la
“Madre Cultura”? ¿Pero cómo se hace para alterar el estado de
las cosas? Porque muchas madres dicen, '¡Es que simplemente no
tengo tiempo para mí!','¡Nunca leí un libro!', o
también, 'No creo que sea correcto pensar en mí misma.'
Ellas no sólo
matan de hambre sus mentes, sino que lo hacen deliberadamente y con
un sentido de auto-sacrificio que parece suplir toda justificación.
La madre debe tener
tiempo para ella, y no podemos decir que 'No puedo'. ¿Alguna de
nosotras puede decir hasta que lo intentó, no por una semana, sino
en un año completo, día tras día, que 'no podemos' tener ni media
hora de las veinticuatro para la cultura? Media hora en la que
podemos leer, pensar, o 'recordar'.
El hábito de leer
se pierde tan fácil!; tal vez no tanto el poder de disfrutar libros
como el hecho de leer. Es increíble como después de no haber usado
esos ojos por un buen tiempo, el hábito de la lectura veloz, tiene
que ser penosa y nuevamente adquirido...
La mujer más sabia
que he conocido (la mejor esposa, la mejor madre, la mejor ama de
casa, la mejor amiga) una vez me dijo cuando le pregunté cómo, con
su salud tan frágil y tanto requerimiento de su tiempo, ella se las
arreglaba para leer tanto. 'Siempre tengo tres libros en proceso- uno
difícil, uno relativamente fácil, y una novela; ¡y siempre tomo el
que me sienta más en ese momento!'
Ese es el secreto;
siempre tener algo con lo que crecer. Si nosotras las madres,
estuvieramos todas 'creciendo', habría menos descarrilamientos entre
nuestros varones, menos separación con la mente de nuestras niñas...
Una caminata ligera
nos puede ayudar'--a relajarnos--, pero si hacemos lo mejor que
podemos por nuestros hijos, debemos crecer; y de nuestro poder de
crecimiento, seguramente dependerá no sólo nuestra futura
felicidad, sino también nuestra futura utilidad.”
¿Entonces, no hay
necesidad de más 'Madre Cultura'?
Volume
III, no. 2 The Parents' Review