Criando Niños con Mentalidad en los Cielos

Las familias con fe tiene un objetivo en común: creiar niños con mentes que piensen en Dios, pero ?¿cómo vivir con el cielo en mente mientras estamos aquí en la tierra, y cómo impartimos esta perspectiva celestial a nuestros niños? ¿Cómo hacemos esto sin hacer ídolos de nuestros hijos? Aquí hay unas cuantas advertencias y sugerencias que espero que puedan ayudar.

El Conocimiento Bíblico no es suficiente
Queremos algo con que medir el progreso espitirual de nuestros hijos, así que les enseñamos a nuestros hijos 'catesismo', llenamos sus mentes con conocimiento bíblico, y los hacemos memorizar las escrituras. Pero de todas maneras, nada de esto no garantizará un corazón puesto en el cielo. Estos son meramente formatos externos, instrumentos que ayudan a uno a lo largo del camino. Sólo son formalidades, instrumentos que lo ayudan a uno a lo largo del camino. Si dependiere totalmente de ello, la historia ha revelado que aquellas mismas herramientas crearon burbujas de aire en los Fariseos, o incluso peor, ateistas. Mientras es importante enseñar a nuestros hijos las verdades de la Biblia, debemos reconocer que el material por sí solo no puede formar lo espiritual.

Ser bueno” no es suficiente
También tendemos a sermonear a nuestros hijos acerca de las virtudes de ser buenos, pero el conocimiento de Dios es distinto de la moralidad. Ser bueno es el fruto natural del conocimiento de Dios; por lo tanto, si enfocamos nuestros esfuerzos en ayudar a nuestros hijos a descubrir el carácter de Dios, su bondad, su amabilidad, su justicia, su compasión, su poder y su amor, entonces sus corazones anhelarán complacerlo y 'ser bueno' fluirá naturalmente. Es importante entender que este conocimiento vital no puede encontrase en libros solamente, sino que es impartido a través de los demás...

Ejemplos de Grandes Influencias
Así que ¿cómo impartimos este conocimiento? No podemos dar lo que no tenemos, así que debemos empezar por nosotros mismos. Si no podemos responder positivamente a las siguientes preguntas, entonces debemos buscar la revelación del conocimiento de Dios con todo nuestro corazón.
¿Creemos en Él cuando nos declara una y otra vez que nos ama con un amor eterno? ¿O es sólo un asentimiento mental? Si verdaderamente creemos que nos ama con un Amor Perfecto, que nunca nos dejará o herirá sin causa, entonces responderemos de la misma manera. Tendremos tiempo para familiarizarnos más íntimamente con Él, para esta cerca de Él, para compartir cada secreto de nuestro corazón con Él y pedirle consejo. Pasaremos más días y noches pensando en Él. Ansiaremos ver su rostro. Nuestra vida girará alrededor de complacerlo, porque hemos aprendido que Él es el sumo Rey benevolente. Nuestro corazón dará un vuelco cuando Él pronuncie nuestro nombre. (Y ÉL SÍ pronuncia TU nombre.)

El amor perfecto saca el miedo
No más temeremos por los que amamos si somos llevados antes que ellos, sabiendo que hemos hecho lo mejor que pudimos, y ahora su Padre Perfecto, quien los ama tanto más que lo que pudimos nosotros, terminará la tarea. No es que no amamos a nuestros hijos lo suficiente; es sólo que lo amamos a Él más. Comenzamos a ver que los placeres terrenales nos dejan insatisfechos y comienzan a desvanecerse, mientras la luz celestial parece brillar detrás de un delgado velo.

Nuestra devoción es suficiente
Si lo amamos así, entonces no pararemos de hablar de Él con gran emoción a nuestros hijos a lo largo del día. A menudo recordaremos los regalos con que nos ha bendecido, hablaremos de las maravillas que ha forjado en la creación y los tantos milagros a través de las eras. Cuando fallemos, le agradeceremos por su misericordia y perdón, y luego haremos lo mismo por nuestros pequeños cuando tambaleen. Continuamente lo compararemos a Él con los reyes de la tierra y haremos alarde de su incomparable grandeza. Nuestros hijos nos verán alabando espontáneamente con un corazón lleno. A menudo hablaremos del cielo con ojos ansiosos, no por la mansión bella que queremos, sino porque el Rey vive allí y finalmente veremos Su rostro y estaremos cerca de Él. No tenemos que ser padres perfectos, sólo devotos.

Y luego, un día...vislumbramos un belo de Amor en los ojos de nuestros propios hijos.

Nada es más práctico que encontrar a Dios, es decir, que enamorarse en forma absoluta, total. Con lo que te enamores, lo que se apodere de tu imaginación, afectará todo. Decidirá por lo que te levantes de la cama en las mañanas, lo que hagas con tus tardes, como pases tus fines de semana, lo que leas, a quien conozcas, lo que rompa tu corazón, y lo que te sorprenda de alegría y gratitud. Enamórate, permanece enamorado, y lo decidirá todo.” --Pedro Arrupe